Donde no existe nada, ahí está la vereda oculta
Lleva a la existencia espacial, a la castidad
¿Quién ve los senderos invisibles?
Está dentro del alma la primera tormenta
Dentro del viento que habita las estaciones
Todo etéreo y minucioso, cosa liberal
Aprende a decir nunca como dices no
Date a la tarea de articularte inexistente
¿Dónde vistes las palabras que esbozas?
¿Dónde encuentro el sonido de la boca?
Las silabas silenciosas nos determinan
Los cuencos oculares vacíos y ciegos
Las manos sin tacto, sin huellas dactilares
Si intentaras dejar un aquí, este mismo día
Quedaría esta nada que determina las horas
Las horas silentes, sin marcas, y petrificadas
Es el hombre estatua quien todo lo decreta
Su sombra se entierra como raíces en el suelo,
No se derrama, ni siquiera contamina la luz
De vez en cuando un sonido fantasma,
Sale de la noche o la tarde, y trastorna
¿Nos acompañara está noche?
¿Nos dará la mitad de sí mismo?
Ruido ligero, considera al oído
al dormido y en sueño, considera