Tomo la castidad de sus caderas y la vertió sobre el pecho desnudo de Isaías Pena. Confundido no acertaba en actuar de una forma racional.
-mira, la verdad se a derramado sobre ti, es espesa como sangre fluyendo en venas estrechas y pura como si una paloma naciera por medio de un parto natural, bebe, que este río es escaso y silencioso, bebe en la soledad de tu laberinto en llamas y no mires hacia atrás, mucho menos uses las manos, que absorberían toda la porción que te corresponde-
-¿hablas de que no todo es mío?, ¿hay que partir este sorbo de conciencia y doblarlo?-
-No, hablo de que mi vientre esta cansado y manso, que necesita refrescarse también, si no te apresuras lo tomara todo, no solo un poco, como lo esta haciendo-
-Dile que pare, se lo ordeno, no puede tomar lo que por derecho me es mío, que es mi paloma, que es mi sangre, como vivir, sin la pureza y la espesura-
Bebió y fue bendito sin ser saciado.
La furia entro. Y una rabieta infantil y denigrante salia en cascada por sus manos, una risa cínica echo a la razón, y el grito pequeño y gimiente llego a la garganta de Susana, quien una vez más confirmaba la imbecilidad de Isaías.