El paisaje blanco y negro; clarooscuro maduro de la noche que nos aguarda en el relato andante. Agua, lago tinta china, la media luna roja, espía con su sonrisa de cielo acostado y acostumbrado al jugar de nosotros a las escondidas.
Mitades de rostros en cada hoja, árboles ansiosos por oír lo que nos decimos. Palabras que nos damos de noche, que hablan de medio día, y suenan a mañana despierta apenas un segundo. Milagro de nuestros milagros, hemos conseguido hallarnos y colocarnos sobre las uñas; pequeños alfileres, una gota de sangre viva. Uno y para cada uno olor a metal y tierra húmeda.
Es entonces sentarnos frente a la mesa, tomar el te con el olfato y desmenuzar biscocho de especias en el delantal, y echarse a dormir sobre la esfera plateada que esta en medio de nuestro bosque.